Entre las 20:00 y las 21:00 del siete de mayo, el precio del megavatio hora en el mercado secundario se disparó alcanzando los 11 498 euros. Es decir, superó el límite máximo que establece la normativa (9 999 euros) en lo que los analistas califican de un fenómeno realmente insólito.
Es cieto que la media de 2018 (56,4?/MWh) no es la mejor cifra para comprar la subida porque los picos se compensan con los valles; pero, a falta de campos de fútbol energéticos, el dato nos ayuda a entender la dimensión de la enorme desviación sobre la media que tenemos entre manos.
Todo el sector coincide en que es algo muy raro, "insólito". Tanto es así que, aunque el sobrecoste no ha repercutido en los consumidores sino en las empresas que causaron el problema, la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) ha abierto una investigación para averiguar qué sucedió y evitar, en la medida de lo posible, que esto vuelva a ocurrir.
¿Qué pasó? En una palabra: la tormenta perfecta. Entre las 20 y las 21 se produjeron dos fallos importantes: uno en la central de gas de Engie (Castelnou) y el otro en las turbinas eólicas de Acciona. Esto provocó un descuadraron la oferta y demanda, pero la puntilla viene justo después. En ese momento, por uno de los caprichos que suelen ocurrir en la vida real, el pico de consumo nocturno entró de lleno (antes de lo previsto).
¿A quién perjudica? En principio, la regulación establece que cuando ocurren estos problemas los sobre costos deben repercutir en las empresas que gestionan las centrales eléctricas. Es una medida para ?incentivar? su interés por evitar los fallos del mercado.
Eso quiere decir que en este caso no se debería de trasladar el precio a los consumidores finales. Precisamente ese es uno de los objetivos de la CNMC al abrir expediente: asegurarse de que lo sucedido no tenga repercusión alguna sobre los clientes finales, El otro objetivo es proponer al Ministerio de Transición Ecológica cambios para tratar de evitar este tipo de problemas.
El sistema español es un lío que hay que reformar. Es bueno recordar, una vez más, que el sistema de casación de ofertas, lo que llamamos ?pool?, es un completo y absoluto lío poco controlable y en el que las empresas tiene mucho espacio de maniobra. En este caso, y aunque queda 90 días para ver las cifras oficiales, el repentino repunte parece deberse a que muchas centrales tenían los precios de venta muy arriba (con la idea de asegurar que no entraran en funcionamiento).
Al ser el sistema una subasta y al estar las empresas obligadas a responder a la demanda, se trata de una práctica relativamente habitual. Muchas productoras elevan los precios con la intención de que aunque crezca la demanda no se vean obligados a tener que poner la central en funcionamiento. Cuando el martes se produjo el fallo general, la red necesitó de estas (deliberadamente encarecidas) centrales de emergencia y, consecuentemente, el precio se disparó. En las últimas elecciones, todos los partidos políticos llevaban reformas del mercado energético. Más vale que sea pronto.
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