Los años '50, aquellos maravillosos años '50. Poco antes los físicos habían conseguido construir el primer reactor nuclear de fisión y aún resonaban ecos de la Segunda Guerra Mundial y el uso de bombas atómicas. El futuro en tecnología energética parecía nuclear y en Ford se preguntaron, ¿por qué no hacer un coche atómico?
La energía atómica prometía a mitades del siglo pasado una energía limpia y segura. Y en cierto modo así es, aunque conlleve riesgos mucho mayores que por aquel entonces no se tuvieron en cuenta. Con esta tecnología aún "en pañales", las industrias buscaban cómo aplicarla para su propio beneficio. Es aquí donde Ford dio a conocer probablemente uno de sus proyectos más ambiciosos en la historia de la compañía, uno que ríete tú del Ford Mustang Mach-E, el Fordo Nucleon.
Ford Nucleon fue, por suerte o por desgracia, sólo un concepto. Un vehículo que nunca llegó a hacerse realidad más allá de unas maquetas a escala. Como su propio nombre indica, estaba diseñado para contar en su interior con un reactor nuclear. Pero de este coche no es sólo interesante la loca idea de colocar un reactor bajo su capó, sino también ver su diseño e ideas. Los ingenieros y diseñadores de Ford trazaron en el Ford Nucleon unas ideas futuristas, adelantadas a su tiempo en muchos sentidos.
El Ford Nucleon prometía una energía limpia y segura (!!), además de reducir el ruido en comparación con un motor de combustión por gasolina. Hablando de gasolina, esta no iba a ser necesaria y en su lugar habría que cambiar el núcleo de uranio cada cierto tiempo. Cada mucho tiempo, porque estimaron que el Ford Nucleon podría moverse aproximadamente unos 8.000 kilómetros antes de necesitar un núcleo nuevo. Eso sí que es autonomía.
La configuración del reactor dentro del coche era esencialmente similar a la que se ha implementado en los submarinos nucleares, pero todo más pequeño para que quepa en el tamaño de un coche. Mediante la fisión de uranio se buscaba calentar un generador de vapor que impulsaba a presión un conjunto de turbinas. Las turbinas posteriormente moverían el coche y además generarían electricidad con un generador eléctrico. Finalmente el vapor se enfriaría y condensaría de nuevo en agua para empezar de nuevo el proceso.
Si vemos las fotografías del coche en su versión de maqueta no tiene desperdicio, parece sacado de alguna novela de ciencia ficción. Destacaría cuatro aspectos:
La cabina de asientos adelantada: Es lo primero que destaca del coche, su cabina especialmente adelantada incluso por delante del eje delantero del coche. ¿Razón? Varias. Por un lado hay que dejar espacio al enorme reactor nuclear colocado en la parte trasera, además de este modo se compensa en parte el peso del reactor colocando la cabina más adelante. Por otra parte había que alejar lo máximo posible a los pasajeros del núcleo de uranio. El enorme parabrisas: Combinado directamente con las lunas delanteras del coche. Lo que no queda claro es dónde están las puertas.
Las entradas de aire: Hay varias en la parte delantera del coche y también en los laterales. ¿Aparentemente para enfriar mejor el vapor? Las aletas traseras: Probablemente más por estética que por aerodinámica, pero que le dan una aspecto futurista al coche no lo niega nadie.
Quizás lo mejor del Ford Nucleon es que nos permite ver en perspectiva el optimismo que teníamos como sociedad acerca de la energía nuclear setenta años atrás. Optimismo e ingenuidad, porque aparentemente al riesgo de tener un reactor nuclear en el coche capaz de provocar un desastre radioactivo era algo a lo que no se le prestó mucha atención.
Ahora bien, ¿por qué no se hizo realidad el Ford Nucleon? Ford dependía de que se avanzara en el desarrollo de reactores nucleares pequeños (sólo a día de hoy los estamos viendo en cierto modo), y eso era algo de lo que ellos no se iban a encargar. Además también necesitaban materiales para blindar el núcleo más ligeros y de menor volumen, algo que tampoco avanzó. Colocar un reactor nuclear en un coche era prácticamente imposible con la tecnología existente. Por otro lado, comenzaron a surgir más y más preocupaciones acerca de la energía nuclear, su impacto medioambiental y los peligros que conlleva la radioactividad.
Visto en perspectiva, sólo nos queda imaginar las ciudades repletas con cientos de miles de pequeños reactores nucleares moviéndose por las calles. Eso sí, olvidemos por momentos todo lo que nos viene a la mente al mencionar las palabras 'Chernobyl' o 'Fukushima'.
Vía | Wikipedia
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