Desde su aparición en el mercado, OnePlus ha sido una compañía que, pese a nacer del seno de uno de los grupos de fabricantes móviles más grandes, BBK Electronics, generalmente ha ido respondiendo a las grandes tendencias de la industria, pero pocas veces marcándolas e influyendo significativamente en los otros. Hasta ayer, cuando el OnePlus 7 Pro se convirtió en el primer smartphone destinado al público masivo (y sin la etiqueta gaming) en llegar con una pantalla Fluid AMOLED de 90 Hz.
Hay ejemplos que pueden contrastar esa afirmación de que no ha innovado, como la súper carga rápida Dash Charge (ahora Warp Charge), pero en realidad, más allá del software, es una solución de Oppo (VOOC Charge) que OnePlus ha recibido y renombrado como compañía perteneciente al grupo. En prácticamente todo lo demás, con quizá otra excepción como el botón deslizador lateral, OnePlus ha sido una compañía que se movía al son de la industria.
Con los 90 Hz, OnePlus trae al mercado algo que, como veremos, está muy lejos de ser importante porque más grande sea mejor o que vaya a iniciar una guerra de marketing de números irrelevantes para la experiencia. Y eso, dado el punto de madurez y estancamiento en el buen sentido en que se encuentra sumido la industria, puede marcar un antes y un después y dar mucha personalidad a los de Carl Pei, como el zoom de tres aumentos se la dio a Huawei el año pasado.
Hasta el OnePlus 7 Pro, una de las grandes quejas que podían recaer sobre sus pantallas es que la resolución no era QHD o QHD+, ofreciendo una nitidez por debajo de la esperada en gama alta desde que LG introdujera dicha resolución en el LG G3 o Samsung en el Galaxy Note 4. En el OnePlus 7 Pro, la compañía ha solucionado esa crítica de un plumazo, y lo ha hecho a lo grande.
Además de un aumento de casi el 30% en nitidez gracias al aumento de píxeles, OnePlus ha incrementado un 50% la tasa de refresco, lo que nos lleva desde los 60 Hz que son un estándar en la industria móvil a los 90 Hz. No son el valor máximo que hemos conocido en smartphones, pues ello corresponde a, por ejemplo, los 120 Hz de los Razer Phone, pero sí son el mayor que hemos visto fuera de la tecnología LCD.
Pero, ¿qué implicación real tiene contar con una pantalla con 90 Hz? Hercio es la unidad en la que medimos la tasa de refresco de una pantalla, es decir, el número de veces que una pantalla puede actualizar la imagen mostrada por segundo. En este caso, por tanto, son 90 veces. Cuanto mayor sea el número en hercios, mayor será el número de cambios por segundo que una pantalla puede mostrar.
La implicación de esto es enorme en algo que obsesiona a muchos usuarios de toda la vida y en especial en la era móvil, la fluidez. Al poder refrescar más veces por segundo una pantalla, siempre que el sistema operativo y el procesador acompañen generando cuadros por segundo acordes a la tasa de refresco, veremos movimientos como desplazamientos de iconos o scroll vertical en listas u horizontal en los launchers de forma mucho más suave, y por qué no decirlo, placentera. Al hacer scroll rápido también existe la ventaja de ver el texto más claro en movimiento, en vez de como comúnmente se ve, algo borroso.
Durante años, la fluidez ha sido uno de los grandes aspectos a perfeccionar en los smartphones modernos, y esto supone llevarnos un gran paso más allá en ese sentido. Es posible que no todos los usuarios perciban esta suavidad, como muchos usuarios tampoco perciben el lag generado cuando el sistema y el harware no son capaces de dibujar todos cuadros por segundo que componen las secuencias o animaciones. La mayoría, aunque no sepa por qué ni sea consciente en el momento, sí notará algo, sobre todo cuando vuelva a pantallas de 60 Hz.
Las tasas de refresco altas suelen ser mencionadas con las capacidades gaming de los dispositivos. Sin embargo, he querido centrarme mencionando los usos del día a día, como un scroll rápido en un cliente de Twitter, porque como decía, la mejoría es evidente para el usuario. Apple, por ejemplo, lanzó sus iPad Pro con ProMotion (120 Hz) en 2017, y en su presentación no hicieron mención a que mejoraría la experiencia en juegos, sino en el día a día del uso de aplicaciones del sistema.
En este OnePlus 7 Pro, con el añadido de la refrigeración líquida de 10 capas, la experiencia de juego será de las mejores del mercado con los títulos adaptados. Aunque aquí sí se echarán de menos los 120 Hz de Razer, pero si ya a 60 cuadros por segundo los juegos son una delicia, a 90 no habrá parangón en una pantalla OLED en smartphones. En ese sentido, mi compañera Anna Martí decía en el análisis del OnePlus 7 Pro que "el combo de los 90 hercios y el modo juego hacen que la fluidez sea máxima". No es de extrañar, pues sin todo esto, el rendimiento sostenido de terminales como el OnePlus 6 ya era prácticamente imbatible en el mundo Android.
Cuando Apple lanzó los iPad con tasa de refresco de 120 Hz, la primera idea que a muchos se nos vino a la mente es que probablemente el iPhone de ese año, que acabó siendo el iPhone X, también estrenaría ProMotion. Sin embargo, han pasado casi dos años, y los 120 Hz siguen siendo una característica exclusiva de las tablets dentro de la familia de dispositivos de iOS.
En el mundo Android, esperábamos también un despliegue masivo en la gama alta en ese sentido tras la presentación del Razer Phone, pero tampoco ha sido así, y el hecho que lo acredita es que, casi dos años después, que el OnePlus 7 Pro llegue con pantalla de 90 Hz es noticia. La pregunta que queda cuando un fabricante "pequeño" como OnePlus se adelanta al resto con algo así es ¿por qué?
¿Por qué si OnePlus puede, el resto no? En primer lugar, yendo a lo que conocemos de manos de OnePlus, una razón sería el coste. Según el CEO de la compañía Pete Lau, OnePlus ha invertido tres veces más en la pantalla del OnePlus 7 Pro que en la de los anteriores. Y así es como se explica, entre otras cosas, el incremento de precio respecto al OnePlus 6T. Las pantallas AMOLED son todavía más caras que las LCD, y la producción también es menor. Es por ello que cuando hacen aparición en gama media, aún son noticia.
En gama alta, contar con un buen panel AMOLED, moderno, con buen polarizador que no produzca efecto arcoiris rosado y verdoso, que esté bien calibrado, que presente buen nivel de brillo y no tenga defectos como hemos visto recientemente, resulta extremadamente caro. Sumar los 90 Hz a la ecuación sólo dificulta el hecho de que otras marcas, sin subir más el precio, quieran permitirse el lujo de incorporar algo que todavía no es un clamor.
Junto al coste, el otro motivo es, probablemente, el energético, algo que se repite de los paneles de pantallas y de ordenadores portátiles para gaming con muchos hercios. En primer lugar, el mayor refresco hace que el panel de por sí consuma más, y en segundo lugar hay factores de hardware que también incrementan el consumo incluso aunque establezcamos la tasa de refresco manualmente en 60 Hz.
Anna Martí, tras haberlo probado y analizado, me ha comentado que entre 60 Hz y 90 Hz no ha encontrado demasiada diferencia energética. En el análisis de Ars Technica, en una prueba de navegación web a 200 nits, el OnePlus 7 Pro a 60 Hz ha tenido una autonomía de 12 horas, frente a 10,7 horas del OnePlus 7 Pro a 90 Hz en la misma prueba. Algo más de un 10% de pérdida, que en terminales con una batería menor puede tener un impacto superior al final del día.
Establecer por software la tasa de refresco (que el OnePlus 7 Pro aún no hace de forma variable según las demandas del contenido) es sólo una parte de la ecuación, la otra es el hardware. Una de las partes más importantes de las pantallas en este sentido es el controlador de circuito integrado o Display Driver Integrated Circuit (DDIC), que va conectado al SoC por una interfaz MIPI.
El problema es que estas interfaces tienen límites en ancho de banda (4.500 Mbps), al igual que algunos protocolos en ordenadores para ofrecer una resolución a una tasa de refresco concreta. Por ello, según explicó en Reddit Andrei Frumusanu, editor móvil de Anandtech e ingeniero que ha trabajado en Imagination Technologies, para superar resoluciones de 1440p a 60 Hz hay que recurrir a una interfaz MIPI de doble canal que ofrezca un ancho de banda más amplio, porque recordemos, hay que mover un 50% más de píxeles por segundo cuando se establezca la resolución QHD+ a 90 Hz.
El problema de esto es que incluso seleccionando 60 Hz, el consumo energético de la pantalla siempre va a ser mucho mayor respecto a si tuviera un solo canal en la interfaz. Más allá del consumo propio del panel, gestionar bien las conexiones es crucial para que la eficiencia del conjunto sea alta, y el consumo permanentes de los controladores no optimizados es lo que hace que aunque en teoría las pantallas OLED sean más eficientes, las LCD tengan en ocasiones consumos menores, como ocurre con los últimos iPhone XR y XS.
Así, vemos que la industria tiene que, por una parte, decidir gastar más en componentes, si los quiere de calidad, y por otra, hasta que haya otras soluciones, emplear más energía en poder suministrar tasas de refresco altas. Por lógica, mientras no sea algo diferencial y que los usuarios demanden, tiene sentido que no se apueste por algo que traería peores resultados financieros sin subir precios y repercutiría en la autonomía de los dispositivos, junto a otros problemas de compatibilidad y software que pudieran darse.
Son muchas las marcas que se han unido recientemente a la tendencia marcada por la tecnología OLED, y en muchos sentidos porque hasta hace poco los sacrificios que ésta imponían eran muchos, ofreciendo además defectos por otra parte. Es normal que haya que esperar otro buen tiempo para que los sacrificios de las tasas de refresco altas se reduzcan en todos los sentidos, y finalmente paneles de 120 y 90 Hz puedan ser mainstream.
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