Quizás lo más extraño de la operación de compra de Slack por Salesforce no sea tanto el enorme cheque - 27700 millones de dólares que es imposible no elevar al titular - sino el hecho de que la "herramienta de chat" venía de un paso por la pandemia bastante discreto. Explotó Zoom, explotó Teams, lo hizo incluso Discord, pero la niña bonita entre las herramientas profesionales en Silicon Valley se mantuvo con una discreta continuidad.
Como usuario desde hace varios años tengo dos hipótesis ante este bajo rendimiento. Una tiene que ver con el hecho de que Slack no tenía un uso fuera de la "oficina digital", mientras que Zoom o Discord jugaban muy bien las cartas de integrarse en la vida personal. La otra es que en el lado de la videoconferencia Slack ofrece una experiencia mediana frente a otros (en el móvil directamente no tiene), como Meet o el Teams de Microsoft que se aprovecha de la experiencia de Skype.
En todo caso la discusión sobre el precio pagado por Salesforce pivotará sobre el lugar común que acompaña a Slack y similares "pero si es sólo un chat, esto te lo monto en dos días con un servidor de IRC". Ese y el caballo de batalla para los que lo han integrado, que es el de su efecto en la productividad: interrupciones, ruido de más, "offtopics" y salas para hablar del sexo de los ángeles que llevan a los empleados a donde los empleadores no quieren.
Para resolver el malentendido casi que hay que dar un paso atrás. La intención original del creador de Slack (Stewart Butterfield, tiene una historia fantástica que se recoge en esta pieza de Wired) no era "matar el correo electrónico". De hecho para la comunicación de la organización con el exterior tardó años en ofrecer alguna posibilidad.
La incomprensión con Slack es que el objetivo de Butterfield no era posicionarlo como un sistema de chat con salas, reacciones molonas y sistema de menciones a lo Twitter
Internamente se puede plantear. De hecho en la división de medios de la casa que hace Xataka, Webedia, hace mucho que el uso de correo electrónico es residual hacia dentro y sólo se mantiene con el exterior. Esto sólo se puede conseguir si las comunicaciones importantes se llevan a Slack y si se acepta por todos que no es exigible su utilización como herramienta síncrona. Es más, diría que la clave es aceptar que si no media mención, Slack permite una comunicación diferente: en el correo me aseguro de que en algún momento verás al menos el asunto, en estos chats está el modo "lo dejo y quizás lo veas o no, pero cuando vengas a leer el canal para informarte lo tendrás".
La incomprensión con Slack es que el objetivo de Butterfield no era posicionarlo como un sistema de chat con salas, reacciones molonas y sistema de menciones a lo Twitter. Eso sería replicable con una experiencia de usuario más o menos cercana por cualquier gran empresa de tecnología, Salesforce de hecho ya tenía su sistema de chat.
El punto con Slack es que no sólo conecta personas y conversaciones, es sobre todo su vocación de comunicar heramientas y servicios profesionales. Ser la puerta de entrada a todas las aplicaciones empresariales de una organización gracias a integraciones, APIs y bots. Slack habría conseguido su misión si en ella los empleados acceden desde al CRM hasta a el ERP, si la gestión de documentos pasa por él y es la puerta al trabajo desde contabilidad hasta recursos humanos pasando por producto, marketing y desarrollo. Para valorar Slack hay que ir a su sección de "apps integrables"
Su problema con empresas pequeñas es que estas integraciones cuestan (tiempo, o sea dinero, y el riesgo de un cierto "lock-in" si inviertes en desarrollo), con las grandes es que Teams ya viene con todo el universo Microsoft, lo que es un diferencial tanto en precio como en tener solucionado el trabajo con directorios y otras herramientas de la empresa de Redmond.
¿Qué pasará en manos de Salesforce? Por un lado es probable que empujen Slack más hacia esa idea original de puerta de entrada al resto de software empresarial y no tanto dejarlo posicionado como el más molón y usable de los sistemas de chats (que es algo que tampoco pueden perder por otro lado).
27700 millones de dólares después algo que será clave es cuánto ve Salesforce a Slack como un fin en si mismo y cuánto como una palanca para su voraz propuesta comercial para grandes empresas. Es similar al dilema de la compra de ARM por NVidia: Slack tiene mucho más valor como agente neutral que se integra con todos, si lo compras para cambiarle ese aspecto clave será reducirlo a una funcionalidad extra de una empresa de software corporativo gris. Una muy cara y con una videoconferencia coja.
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