Si hay un tema que está sobre la agenda del motor en las instituciones europeas son las emisiones contaminantes producidas por el transporte rodado. Desde luego, el escándalo provocado por el Dieselgate en 2015 no ayudó en absoluto (aunque la Comisión Europea ha alertado en otras ocasiones de las mismas prácticas) y los últimos pasos que se han dado en materia anticontaminación van en el mismo sentido: conseguir que los vehículos expulsen el mínimo posible de sustancias contaminantes y, por supuesto, se limiten a las establecidas durante los exámenes de homologación.
Entre sus consecuencias, la obligación de revisar el OBD de todo vehículo que cumpla con las normativas Euro 5 y Euro 6 anticontaminación y acuda a la ITV. El objetivo es comprobar que el coche no expulsa más emisiones contaminantes de las reflejadas durante su homologación o que no ha sido manipulado para acudir al examen con un borrado en los avisos de avería.
El OBD o sistema de diagnóstico a bordo (On Board Diagnostics, por sus siglas en ingés) es el encargado de controlar que todos los sensores de nuestro vehículo trabajan correctamente y, además, es capaz de "chivar" la avería cuando se enchufa una máquina de diagnóstico en un taller. Mediante un sistema de códigos indica al mecánico dónde se encuentra el problema y de qué tipo puede ser.
Lo que se pretende conectando el OBD a la máquina de diagnosis en las ITV es reconocer el volumen de emisiones que nuestro vehículo está expulsando a la atmósfera. De esta manera, se controla que el fabricante no haga trampas antes de lanzar el vehículo al mercado, como en el ya mencionado Dieselgate, o que el vehículo haya sido manipulado.
Existen dos motivos principales para manipular un vehículo en relación a las emisiones contaminantes. Uno de ellos es intentar sacar un mayor rendimiento al motor, en detrimento del medio ambiente, pues una de las consecuencias más habituales es una mayor contaminación. El otro motivo para manipular los mensajes que lanza el OBD es ocultar que éste ha alertado de un error mecánico. En el caso de las emisiones contaminantes suele estar relacionado con un colapso en el filtro antipartículas. Sin embargo, las estaciones de la ITV pueden comprobar si el testigo de motor no se enciende y, por el contrario, debería avisar de un fallo o que haya algún aviso borrado menos de una hora antes de pasar por la máquina de diagnosis o habiendo recorrido menos de un kilómetro, eliminando las posibilidades de trampear las pruebas justo antes de pasar por las manos de los técnicos.
En resumidas cuentas, si nuestro coche ha llevado el mantenimiento habitual y no ha dado ningún tipo de avería, acudir a la ITV debería ser mera rutina, se conecte o no una máquina de diagnosis al OBD de nuestro coche. Y, además, en caso de que el resultado muestre un valor excesivamente alto, también podremos descubrir un fallo oculto en nuestro vehículo que debe ser revisado.
Foto | Malte Luk
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