No todas las personas que realizan aportaciones muy relevantes en el ámbito de la ciencia o la tecnología son conocidas por el gran público. Joseph Carl Robnett Licklider, al que sus colegas se dirigían por el diminutivo 'Lick', es una de esas personas.
Este matemático, físico y psicólogo estadounidense nacido en Misuri (Estados Unidos) en 1915 ha pasado a la historia por sus indiscutibles aportaciones en el ámbito de la informática.
Buena parte de los textos que nos hablan de él lo describen como un científico con una intuición asombrosa. Y no cabe duda de que esa visión describe fielmente la que posiblemente era una de las cualidades que le permitieron sobresalir entre sus compañeros.
De hecho, Robert Taylor, el fundador del prestigioso centro de investigación Xerox PARC, confesó que muchas de las innovaciones desarrolladas por su equipo se inspiraron claramente en el trabajo de 'Lick'.
Cuando completó su formación universitaria en matemáticas, física y psicología en la Universidad de Washington, Licklider decidió continuar estudiando para ampliar sus conocimientos en uno de los campos que lo apasionaban: la psicoacústica.
En 1942 se doctoró en esta disciplina por la Universidad de Rochester, lo que le llevó a trabajar como profesor e investigador en esta área en la Universidad de Harvard hasta finales de esa misma década. No obstante, durante esta etapa de su vida 'Lick' descubrió otra de sus grandes pasiones: la informática.
En 1950 comenzó a trabajar como profesor de ingeniería en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), y no tardó en ser seleccionado para participar en el proyecto SAGE (Semi-Automatic Ground Environment).
Esta iniciativa de investigación perseguía poner a punto una infraestructura de ordenadores interconectados que fuese capaz de recoger la información generada por un sistema de radares en previsión de un posible ataque aéreo soviético (no debemos pasar por alto que este proyecto nació en plena Guerra Fría).
Durante este proyecto Licklider se dio cuenta de lo importante que era diseñar una interfaz gráfica que fuese lo más amigable posible y permitiese a los operadores utilizar los ordenadores con menos esfuerzo.
Y, además, percibió la necesidad de diseñar un sistema de interconexión a gran escala que facilitase la comunicación de ordenadores alojados en ubicaciones físicas que no tenían necesariamente que estar próximas.
Después de investigar y dar clase durante siete años en el MIT, Licklider hizo un escarceo de cinco años en la empresa privada, y en 1962 fue contratado como máximo responsable de la Oficina de Técnicas de Procesamiento de la Información de ARPA, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Esta fue, precisamente, la etapa de su carrera profesional durante la que Licklider maduró algunas de las ideas que posteriormente fueron recogidas por otros investigadores para dar forma a muchas de las tecnologías que utilizamos actualmente.
Una de las ideas que compartió con sus colegas de ARPA consistía en diseñar una red de ordenadores que facilitase el intercambio de información y el reparto en el tiempo de los recursos hardware de esta infraestructura. Su propuesta fue tan inspiradora que resultó decisiva en el afianzamiento de los pilares de ARPANET, la red precursora de internet.
Curiosamente, Licklider no ha pasado a la historia como un científico con una gran cartera de patentes; sus aportaciones, en realidad, eran construcciones conceptuales, estrategias de ingeniería y principios de diseño que perseguían inspirar a otros investigadores. Así fue como este innovador consiguió marcar la diferencia.
Y es que su huella permanece en la raíz de muchas de las tecnologías que todos utilizamos de forma cotidiana, como, por ejemplo, las interfaces gráficas, el comercio electrónico, la computación en la nube, los sistemas operativos modernos, e, incluso, el ordenador personal.
Su huella permanece en la raíz de muchas de las tecnologías que todos utilizamos de forma cotidiana
A finales de los años 60 Licklider regresó al MIT como profesor de ingeniería eléctrica, y en la recta final de su carrera, a finales de los 70, cofundó junto a varios profesores y alumnos del MIT Infocom, una empresa de software que adquirió cierto prestigio como desarrolladora de videojuegos, y que fue comprada por Activision en 1986.
Joseph Licklider falleció en Arlington, Massachusetts, en 1990. Toda su carrera profesional estuvo dedicada a la ciencia en general, y a la informática en particular, y su legado permanece en muchos de los dispositivos y los servicios que la mayor parte de nosotros utiliza cada día.
Un último apunte para concluir: si queréis indagar con más profundidad en la vida y las aportaciones de este científico, y os defendéis con el inglés, os sugiero que leáis el libro 'The Dream Machine: J.C.R. Licklider and the Revolution That Made Computing Personal', escrito por M. Mitchell Waldrop. Es un retrato fabuloso de 'Lick'.
Imágenes | Federico Orlandi | U.S. National Library of Medicine
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