Vivimos tiempos convulsos en los que la incertidumbre parece estar en todas partes. No es posible saber cómo acabará la Guerra en Ucrania, cuándo concluirán las crisis alimentaria y energética y a este desconocimiento, en medio de un contexto inflacionario, se le añade la posibilidad de una recesión en 2023, sin olvidar que todavía seguimos en pandemia.
Precisamente fue el confinamiento derivado de esta el que potenció el teletrabajo, cuya implantación se pensó que sería progresiva y que, no obstante, está viviendo una regresión en países como Gran Bretaña debido a las malas previsiones económicas. Además, la capacidad demostrada por el trabajo a distancia, durante la pandemia, para combatir graves dificultades sociales y económicas, puede quedar anulada por el alto coste de la luz y el gas derivado de la crisis energética.
Recomendaciones veraniegas. En agosto de este año, el Gobierno de España, además de aprobar las Medidas de Ahorro y eficiencia energética, realizó algunas recomendaciones para fomentar el ahorro energético, entre las que estaba el uso del trabajo a distancia. A medida que se acerca el invierno, el teletrabajo vuelve a ser planteado como una forma de combatir la crisis energética. Sin embargo, hay otros países en los que ya se está planteando que el coste de la energía pueda imposibilitar a los trabajadores trasladarse a su domicilio.
Preocupación en Francia. Según Julien Tchernia, fundador de la compañía proveedora de energías renovables ekWateur, actualmente un día de teletrabajo por semana en el país galo supone, de media, un aumento anual del consumo de electricidad y de gas situado entre el 5% y el 7%. Al teletrabajar, como explica el propio Tchernia, la gente se calienta más de lo habitual, lo cual puede aumentar la factura 100 euros al año si se teletrabaja un día a la semana, según sus cálculos . Además, el empresario avisa de que los 19º de temperatura límite en Francia para la calefacción pueden ser pocos para pasar una jornada entera de teletrabajo sentado y sin moverse.
Diferencias socioeconómicas. Por otro lado, Esther Bailleul, jefa del gabinete de transición socio-ecológica Auxilia conseil, afirma que el coste que el teletrabajo pueda tener en la factura dependerá de la manera en la que cada uno se caliente de forma habitual. Para ello, según la exconsejera del Ministerio de Transición Ecológica francés, es necesario saber cómo se calienta un hogar sin teletrabajadores. Lo cual depende, evidentemente, del nivel socioeconómico.
Y es que esa es la clave para Jane Parry, directora del Centro de Investigación de Trabajo y Organizaciones de la Universidad de Southampton. En Gran Bretaña ya hay estudios que indican que el precio de la energía puede acabar con el teletrabajo este invierno, y en este sentido, Parry considera que las circunstancias socioeconómicas constituirán el elemento crucial para saber si el trabajo a distancia echa raíces firmes en nuestra forma de vida. Refuerza su postura poniendo el ejemplo personal de una mujer que trabaja como becaria en la administración y que, teniendo en cuenta el coste del transporte público y el almuerzo, le es más beneficioso trabajar en casa pero que, si el coste de la energía aumenta, le será más rentable acudir a la oficina.
Teletrabajo 'verde'. En marzo de 2022, la Agencia Internacional de la Energía publicó un informe en el que proponía emplear el teletrabajo hasta tres días en los casos en los que fuera posible, como método para reducir el consumo de petróleo. Sin embargo, hay muchos casos en los que no es posible trabajar a distancia: este verano hubo gente en España que no pudo teletrabajar, a pesar de tener esa opción, ya que no contaba con un acondicionamiento adecuado en su vivienda para combatir el calor.
En este sentido, según el INE existe un 14,3% de la población española que vive en hogares donde no es posible mantener una temperatura adecuada, es decir, que se encuentra en situación de pobreza energética. Por lo tanto, el uso del teletrabajo para combatir el invierno en el contexto de crisis climática actual no sólo dependerá de los cálculos empresariales, sino de la situación socioeconómica en la que se encuentren los trabajadores.
Imagen: Unsplash / Jacky Chiu
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