Con tándems de silicio y perovskita, algas microscópicas o incluso materiales flexibles o que ofrecen soluciones casi transparentes. A lo largo de los últimos años los científicos dedicados a la tecnología fotovoltaica se han devanado los sesos para buscar soluciones cada vez más eficientes, rentables, resistentes y versátiles. Todo con el fin de facilitar una transición energética ya en marcha y que maneja metas tan ambiciosos como la marcada por la propia Unión Europa (UE), que aspira a que en 2030 las renovables cubran cerca del 45% del consumo final.
A pesar de todo ese esfuerzo y de todos esos objetivos, lo cierto es que la energía solar sigue enfrentándose a un duro enemigo: el polvo. Exacto, la suciedad. Cómo y cuánto interfiere en la eficiencia de un panel solar es algo que puede oscilar en función del estudio que se maneje, pero todos coinciden en un punto: resta.
En 2016 unos investigadores compararon durante cinco meses un módulo solar polvoriento y otro que se limpiaba a diario. El resultado lo publicaron luego en un artículo de la revista Solar Energy que no deja grandes sorpresas: la eficiencia del primero disminuía un 29,76% con respecto al segundo, mucho mejor cuidado. Es más, los expertos percibieron que las partículas tendían a concentrarse en la parte inferior de los módulos, lo que podía derivar en desperfectos permanentes.
Otros estudios hablan de pérdidas promedio del 1% de la radiación solar incidente directamente achacables al polvo, pérdidas de rendimiento que oscilaban entre el 8 y 15% por la suciedad y excrementos de los pájaros o de cómo en entornos agrícolas un buen mantenimiento puede dejar hasta un 30% más de eficiencia.
Lo que todos señalan es que una buena limpieza les sienta bien a los paneles. El reto llega cuando esa tarea quiere hacerse de forma eficiente, sin derroches de agua o incluso en lugares a los que no resulta fácil acceder, como cubiertas y tejados.
La empresa israelí Blade Ranger asegura que tiene la solución: un sistema que permite limpiar los paneles de forma automatizada, sin intervención de operarios ni agua, característica nada menor si tenemos en cuenta que el MIT calculaba hace poco que las plantas fotovoltaicas y de energía termosolar de concentración gastan cada año en tareas de limpieza de 4,5 a 22,7 millones de litros por cada 100 MW, lo que ya ha llevado a plantear soluciones como la repulsión electroestática.
El robot Pleco Solar pesa apenas 20 Kg, funciona de forma autónoma, es capaz de trabajar incluso en superficies con una inclinación de 45 grados y realiza labores de monitoreo y análisis en tiempo real. New Scientist asegura que la firma ha llegado a probar con éxito el desplazamiento de uno de sus robot con drones para la operativa en techos. En una hora calcula que puede limpiar hasta 400 m2.
?El uso de Pleco puede aumentar la cobertura diaria de paneles (kW) en torno a un 30%, lo que impulsa la productividad diaria?, argumenta la compañía israelí, que incluye a mayores un software con inteligencia artificial (IA) para ?maximizar? el ROI ?siglas en inglés del retorno de la inversión? de la planta solar.
Blade Ranger no es la única que se ha fijado en el potencial comercial de las soluciones para el mantenimiento de las instalaciones fotovoltaicas. En junio de 2021 Coherent Marketing Insight publicó un estudio sobre el tema que concluía que el mercado de los dispositivos de limpieza automática de paneles registrará un alza notable: de una valoración de 169,3 millones de dólares en 2020, calculaban sus autores, se esperaba pasar a más de 383,2 millones de dólares en 2028.
"Se espera que la escasez de agua y la creciente necesidad de soluciones más inteligentes impulsen el crecimiento del mercado durante el período de pronóstico. La vida útil de los módulos solares suele estar garantizada durante 25 años y, a lo largo de su vida útil, la limpieza es esencial para una generación eficiente", zanja.
Imagen de portada: Blade Ranger
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