Hace una década, hacia 2012, multitud de operadoras poblaban la oferta de telefonía móvil y banda ancha fija en España. Aunque alguna ya era propiedad de una de las grandes, caso de Tuenti Móvil y Telefónica, este sector todavía estaba lleno de operadores virtuales que cabalgaban por libre, caso de Ono, Pepephone, Simyo, Másmóvil, Digi, Carrefour Móvil, Eroski Móvil...
El paso de los años trajo todavía más propuestas comerciales, como República Móvil, Finetwork y compañía, pero sobre todo trajo la absorción de operadores pequeños por parte de los grandes. En algunos casos, para conseguir infraestructura de banda ancha fija, como cuando Vodafone compró a Ono. En otros, como una forma de engrosar la cuenta de líneas móviles, como cuando Telia Sonera vendió Yoigo a Másmóvil o Globalia hizo lo propio con Pepephone.
Hemos llegado a un escenario en el que más del 90% del mercado se lo reparten entre los cuatro grandes grupos de operadoras, con Digi y Finetwork siguiendo su estela, y que pronto podrían ser tres si la Unión Europea da luz verde a la fusión entre Orange y Másmóvil. Sin embargo, ese podría ser solo el principio de un movimiento que iría más allá: el de la transición a una Unión Europea con sus telecos consolidadas en cuatro o cinco grandes grupos. Algo que la propia Unión quiere impulsar.
La idea de un mercado único europeo a nivel digital viene de muy lejos, incluso de tiempos de Neelie Kroes, pero es especialmente difícil de implementar en el sector de las telecomunicaciones. Hay unas 400 operadoras en toda la Unión Europea, la mayoría de pequeño tamaño, que alquilan la infraestructura de las grandes del sector para poder operar. Si acotamos a grandes operadores con infraestructura propia, hay unos 80.
Este panorama dificulta su escalabilidad y dispara sus costes si lo comparamos con el escenario del otro lado del charco. En la Unión esos 400 operadores, u 80 si acotamos a los grandes con infraestructura, dan servicio a casi 450 millones de personas. En Estados Unidos solo tres operadores dan servicio a casi 330 millones de clientes. En China, la inmensa mayoría de las 1.600 millones de líneas móviles quedan repartidas entre tres operadoras.
En la Unión Europea, el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ya tenía en mente apostar por un mercado único de las telecomunicaciones en 2020, según Voz Pópuli. Su idea pasaría por un escenario de cinco grandes operadores a nivel europeo: Telefónica, Deutsche Telekom, Orange, Vodafone y Telia Sonera, con la posibilidad de añadir alguna otra teleco, como Telecom Italia.
Estas empresas competirían entre ellas a nivel europeo, en todos los países a la vez, y cualquier ciudadano de cualquier territorio de la Unión podría contratar sus servicios. Algo que facilitaría el roaming más todavía de lo avanzado en estos últimos años.
Margrethe Vestager, comisaria europea de Competencia, apoya esta propuesta, como aclaró durante su entrevista con Xataka en la recogida de su premio Xataka Leyenda 2022:
Creo que deberíamos promover un mercado único europeo para las telecomunicaciones. Son todavía mercados eminentemente nacionales y las empresas de telecomunicaciones no tienen la escala y la eficiencia que tendrían si tuvieran un verdadero mercado único europeo.
Estas palabras son actuales, pero en el pasado, poco antes de que se hiciese efectivo el Brexit, Bruselas tumbó la propuesta de adquisición de Telefónica en Reino Unido (O2) por parte de Hutchinson (Three), algo que precisamente iba en la línea de la consolidación y la concentración de operadores, pero que en 2016 no fue visto con buenos ojos por parte de la Comisión Europea por una cuestión de competencia.
Telefónica reaccionó midiendo sus palabras pero apuntando en la dirección más habitual: "...sí está en manos de la CE realizar un análisis más dinámico de las eficiencias que pueden esperarse en cada sector y el tiempo en que las partes que se fusionan necesitan para hacerlas realidad". Eficiencias e inversiones. En los próximos meses veremos qué tal se ve ahora desde Bruselas un movimiento similar.
Laura Sacristán, compañera de Xataka experta en telecomunicaciones, tiene claro que un escenario similar al de otros mercados no es lo más deseable, pero tampoco lo es mantener el actual: "El gran reto de la Comisión Europea es aplicar una política de control de concentraciones que, sin perjudicar la competitividad, favorezca la inversión para impulsar el despliegue de fibra y de 5G. No se trata de fomentar un oligopolio como el que existe en Asia y Estados Unidos, pero personalmente creo que la alta competitividad que hay en el mercado europeo no es sostenible".
Ese es el principal argumento dado por quienes se han postulado a favor de la concentración: la eficiencia a la hora de las carísimas inversiones en infraestructura. La competitividad actual ayuda a que los precios para el usuario bajen, pero con tantas porciones a repartir de pastel, la capacidad de inversión se reduce.
El equilibrio entre competitividad que favorezca al usuario y consolidación para afrontar las enormes inversiones en infraestructura y competir con americanos y asiáticos
"Desde Bruselas siempre han apostado por un sector competitivo con una regulación que ha favorecido la aparición de múltiples operadores. Eso ha empujado los precios a la baja, algo que, a priori, es beneficioso para el usuario, pero supone menos ingresos por servicio para los operadores y, por consiguiente, menos capacidad de inversión", cuenta Laura.
Casualmente, la aprobación de la joint venture entre Orange y Másmóvil sigue pendiente y se espera que Bruselas tome una decisión en el segundo semestre de este 2023, a más tardar; incluyendo qué matices fija a la operación para no incurrir en desequilibrios en cuanto a competencia, como qué fibra solapada y qué parte del espectro radioeléctrico deben poner a disposición de otros competidores, como Digi o Finetwork.
Una letra pequeña que puede sentar un precedente. "La Comisión Europea se enfrenta a una prueba de fuego y el tipo de remedies será la clave. Si Vestager mantiene una política dura para evitar que se reduzcan los niveles de competencia, otros potenciales proyectos de integración podrían verse descartados. Por el contrario, unos remedies suaves podrían impulsar otras posibles fusiones".
Las telecos pequeñas son quienes se han postulado en contra, principalmente, de este propósito europeo, si bien no tendrían muchas opciones en caso de que prospere la idea.
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