Los humanos nos desenvolvemos bastante bien conduciendo por carreteras por las que no hemos circulado antes. Sólo necesitamos recurrir a la observación de nuestro entorno y a herramientas simples, como los mapas de dispositivos GPS, y nuestro cerebro será capaz de relacionar ambos elementos para determinar dónde nos encontramos y hacia dónde debemos dirigirnos.
Pero replicar esta capacidad básica de razonamiento ha constituido un reto para los investigadores implicados en el desarrollo de coches autónomos.
Hasta ahora se había optado porque los ordenadores de a bordo procesaran los mapas de la zona a recorrer (mapas complejos, en su mayor parte basados en exploraciones 3D creadas mediante LíDAR), lo que se convierte en una tarea difícil de manejar cuando se pretende llevar a cabo en tiempo real.
Por eso, un equipo de investigadores del MIT se ha propuesto crear una sistema de navegación autónomo basado en el uso de una cámara de vídeo, sensores y un dispositivo GPS... además de una red neuronal a la que han 'alimentado' con numerosos registros de viajes conducidos por humanos.
Éstos se llevaron a cabo a través de zonas suburbanas con diversas estructuras viales y obstáculos, con el objetivo de que la red neuronal aprendiese a vincular los patrones de movimiento del vehículo con aquello que se ve en la cámara y en el mapa del GPS.
Uno de los investigadores, Alexander Amini, explica que una de las ventajas de su sistema es que hace innecesario en entrenamiento previo en la ruta a recorrer: "Se puede descargar un nuevo mapa para el coche con el fin de que se desplace por caminos que nunca ha visto antes".
"En un principio, ante una intersección en forma de 'T', existen muchas direcciones por las que el coche podría optar". El modelo comienza por planteárselas todas, una vez comprueba que ninguno de los conductores optó por ir de frente, lo descarta como opción.
A continuación, los investigadores probaron cómo se desenvolvía el coche en un área completamente nueva y diferente de la de referencia (un bosque), para que no pudiera basarse en el trayecto previamente recorrido por un humano. Tal y como haría uno de éstos, el sistema es capaz de detectar desajustes entre el mapa del GPS y las características de la carretera (que extrae gracias a la cámara), procediendo en ese caso a recalcular el curso del coche.
Vía | ScienceDaily
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