Los gigantes también caen. Y si no que se lo digan a BlackBerry, empresa mítica de la telefonía móvil -ah, esos teclados físicos- que poco a poco vio como le iban arrancando uno tras otro los cetros que ostentaba.
Primero fueron sus móviles, hoy casi desaparecidos irrelevantes, y luego la aplicación que pudo serlo todo y desaparece en la nada. BlackBerry Messenger (BBM) fue el WhatsApp, el Messenger y el WeChat de su tiempo, pero la empresa jamás logró entender que tenía un filón en sus manos.
Puede que algunos lo recordéis porque no hace tanto de aquello. BlackBerry ya empezaba notarse arrinconada por aquella disrupción llamada iPhone, así que de repente su público objetivo cambió. BlackBerry dejó de ser la marca de los ejecutivos y se convirtió en la marca de los jóvenes.
La razón no era otra que BlackBerry Messenger, que proporcionaba a sus usuarios parte de lo que hoy proporcionan las aplicaciones de mensajería más extendidas: una solución de mensajería eficiente y que además te libraba de la condena de los SMS.
Aquello era prodigioso y fueron los jóvenes los que mejor lo entendieron. BlackBerry Messenger se convirtió entonces en esa joya por descubrir, una que era excusa suficiente para comprar un terminal (no especialmente barato) por la única razón de poder disfrutar de BBM.
¿Qué hizo BlackBerry con aquello? No demasiado. La empresa se cerró en banda cuando lo que probablemente le hubiera funcionado mucho mejor es abrirse a los cuatro vientos. En lugar de restringir su plataforma de mensajería a sus dispositivos debería haberlo abierto antes.
Lo hizo, claro, pero ya era tarde porque llegaba a Android e iOS precisamente en el peor momento de la historia de la empresa.
No lo parecía al principio: aquella herramienta se descargó 100 millones de veces, pero casi nadie sabía realmente por qué: la realidad era que pese a esa enorme cantidad de descargas, casi nadie parecía estar utilizándola.
Y mientras BBM llegaba a 100 millones de dispositivos, WhatsApp llegaba a 1.000 millones. Y de los buenos: de los que la gente utilizaba, por lo visto, porque las alternativas siguieron apareciendo y arrinconando a un BBM (y a una BlackBerry) que perdió comba desde el primer momento.
Daban igual los esfuerzos de BlackBerry, que intentó poner la solución al nivel de sus competidores: la carrera estaba perdida, y hace un mes los responsables de su desarrollo, Emtek, ponían fecha a esa lápida definitiva.
Hoy muere BlackBerry Messenger, y con ella la aplicación que lo pudo ser todo y no lo fue. Descanse en paz.
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