Los servicios de streaming de música han revolucionado esta industria y también la de las discográficas, y eso se nota en los ingresos generados, que cayeron de forma notable desde los tiempos dorados de los CDs y que en los últimos años se han recuperado.
Las proyecciones son fantásticas y hablan de 41.000 millones de dólares de ingresos en la industria discográfica para 2030 (fueron de 19.100 millones en 2018), pero lo que no parece cambiar es la distribución de esos ingresos, y las discográficas se llevan incluso más porcentaje de esos ingresos de los que se llevaban.
La globalización ha permitido que ahora cualquiera pueda dedicarse al a música profesionalmente y buscar su audiencia con mejores herramientas y posibilidades que nunca, pero eso no significa que estos artistas triunfen.
De hecho las cosas en la industria musical no parecen haber cambiado tanto según un estudio de Pitchfork que muestra cómo esa revolución del streaming musical ha salvado no tanto a la música y a los músicos como a las grandes discográficas.
La era de los CDs llevó dicha industria discográfica a máximos históricos: a finales de la década de los 1990 esta parte de la industria de la música generaba unos ingresos de unos 25.000 millones de dólares.
Las cosas cambiaron con la llegada de internet y de las descargas, que nunca llegaron a cuajar como negocio económico: la industria discográfica perdió fuelle, y en 2014 los ingresos descendieron hasta los 15.000 millones de dólares.
Fue entonces cuando explotaron los servicios de streaming de audio con el referente claro de Spotify, y eso ha llevado a un crecimiento lento pero sostenido en los últimos cuatro años.
En 2018 los ingresos (de la industria discográfica, insistimos) han ascendido a 19.100 millones de dólares a nivel global, y las previsiones son notables: llegará de nuevo a los 25.000 millones en 2023 y explotará hasta los 41.000 millones de dólares en 2030 si hacemos caso a esos datos estimados de una industria claramente optimista.
Esos números son especialmente buenos para las grandes discográficas, que según ese estudio están ganando más que nunca con el nuevo negocio.
Así, por cada 100 dólares gastados en CDs o vinilos, las grandes discográficas se llevaban 8 dólares. En el caso de las descargas, de cada 100 dólares gastados se llevaban 9 dólares. Pero es que con el negocio del streaming de música los grandes sellos se llevan 13 dólares de cada 100 gastados en estas plataformas.
Lo curioso es que todos los demás parecen estar perdiendo o, al menos, no ganando tanto como pensaríamos. Si nos fijamos en Spotify la cosa es clara: la empresa ingresó 1.700 millones de dólares en su último trimestre fiscal, pero no tuvo beneficios, sino unas pérdidas de 158 millones de dólares, y para poder ofrecer su servicio paga cerca de 288 millones de dólares al mes a discográficas y propietarios de derechos de autor.
El impulso de las discográficas sigue siendo importante si alguien quiere llegar al máximo nivel de popularidad, pero es cierto que estas plataformas de streaming podrían plantear un cambio importante en esa fragmentación de la monetización de la industria.
Así lo indicaban artistas como JPEGMAFIA, un rapero que ha logrado amasar más de 700.000 oyentes en Spotify y que es uno de esos casos de éxito que existen en este nuevo modelo. Para él "este es el mejor momento para ser tú mismo de forma completa y tratar de intentar ganarte la vida así".
Este artista comparaba estos tiempos con aquellos en los que artistas como DMX publicaba tres álbumes al año, pero explica que si ahora la cosa parece algo mejor es porque en el pasado este ámbito era ún peor para los artistas indpendientes. "Sigue siendo una mierda", decía, "pero es lo mejor que tenemos".
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