Se la esperaba con mucha expectación y estaba lleno hasta la bandera, lo cual no es lo habitual. El Coliseum, ese teatro donde se dan conferencias interesantísimas que casi nadie cubre porque los periodistas vamos como vamos, fue el escenario elegido por Netflix para presentarse en su primer E3. A mí me había sorprendido que eligieran este marco porque una compañía de su tamaño uno espera que irrumpa como un elefante en una cacharrería. Nada más lejos de la realidad.
La hora que nos pasamos ayer en compañía de Chris Lee (director de juegos interactivos de Netflix), Stephanie Wise (directora de medios interactivos y digitales de la Jim Henson Company), Paul Ditcher (guionista de 'Stranger Things') y Dave Pottinger (presidente de Bonus XP, desarrolladores del juego de 'Stranger Things') se sintió alargada y vacía. De hecho el único titular relevante, y había que estar realmente atento para cazarlo, es que Ubisoft va a desarrollar un videojuego para Netflix. Al final, se pusieron sobre la pantalla los logotipos de las futuras compañías que colaborarán con Netflix y entre ellos estaba el del gigante francés. Pero ni palabra de Lee sobre el particular.
El problema fundamental ha sido, por resumirlo rápido, que con Netflix siempre hay hype. Pero es un hype que ha alimentado la propia compañía con lo bien que maneja el tempo de su marketing. Y entonces claro, enseñar un juego top down pixel-art de 'Stranger Things' (que ya conocíamos) y hablar un poco más de su RTS para Switch de 'Cristal Oscuro' (que ya conocíamos). Al final de la conferencia se anunció otro juego más de 'Stranger Things' para móviles con estética cartoon; será un RPG con elementos de realidad aumentada. No se mostró ni una mísera pantalla. Ya no digamos gameplay.
Tuve la oportunidad de entrevistar a Reed Hastings hace un año; una entrevista larga y muy amena. En ella le había preguntado precisamente por los videojuegos y me había contestado, rotundamente, que su plataforma no se iba a meter en el negocio de la distribución de videojuegos. Sí se planteaban explorarlos como herramienta de marketing. Así ha sido; pero incluso con ese planteamiento conservador lo de ayer se queda en algo muy pobre.
De hecho, lo más interesante, con diferencia, fue descubrir cómo en la writer's room de 'Stranger Things', cuando se quiere compartir una idea, no solo se acude a referentes ochenteros del mundo del cine o la televisión. "Hablamos de 'Dark Souls' o de 'Silent Hill", explicó Ditcher, guionista de la serie. También apuntó que los Duffer son unos gamers de cuidado y fans a muerte de Miyazaki (Hidetaka). El último juego que se habían pasado, según él, fue el 'Sekiro'.
Otra oportunidad perdida, desde mi punto de vista, para estos dos primeros juegos, es que tuvieran su propia entidad al margen de la serie. Porque, evidentemente, los presentes dijeron que la tenían pero también dijeron que siguen el argumento de la saga. No son historias aparte; complementarias a lo contado en los capítulos. Y eso creo que es un error grande, porque así se sienten los juegos aún más como meras herramientas de marketing sin entidad propia.
Al menos, la novela de 'Stranger Things', que me compré en el último viaje a LA, explora su propia trama que complementa lo visto en la serie, añadiéndole un interés per se. Copiar, con algunos añadidos, lo visto en la tele es un enfoque antediluviano en un contenido transmedia.
¿Promesas de futuro? Repito, el logotipo de Ubisoft. No sé si será un AAA, porque no veo a Netflix muy por la labor de invertir demasiado en esta nueva línea, pero al menos es una compañía de entidad. Pero en general creo que deberían repensar su entrada en el décimo arte, especialmente porque se han ganado el corazón del aficionado gracias a cosas como 'Castlevania', 'Hi-Score Girl', 'Black Mirror' o 'Bandersnatch'. Esperamos más, Netflix. Mucho más.
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