"Una revolucionaria inteligencia artificial empática gestionada mediante una sofisticada tecnología y alimentada por potentes algoritmos predictivos, puede crear una versión artificial de ti", afirma, en un vídeo promocional, una mujer sentada en una silla blanca sobre fondo blanco.
"'Infi' comprende y predice tu comportamiento, contemplando tanto rasgos externos como sentimientos internos para saber lo que cada individuo necesita realmente en cada momento". El vídeo habla sobre la tecnología 'EmpathAI" desarrollada por Infibond, una misteriosa startup israelí.
Yoram Kraus es un emprendedor israelí de 51 años aficionado a la escalada extrema que, tras varios años dedicado al sector inmobiliario, un día tuvo una conversación trascendental con su hija pequeña: ella le preguntó qué pasaría si un día no volvía de una de sus expediciones a la montaña. Él, cuenta, le prometió crear un avatar con su imagen para que pudiera hablar con él siempre que quisiera.
A los pocos días, pese a su inexperiencia en el sector tecnológico, Kraus se puso a investigar sobre algoritmos que pudieran ayudarle a cumplir su promesa. De ahí nació en 2013 su actual compañía, Infibond, llamada así en honor al vínculo ('bond') eterno que se crearía entre el avatar y sus seres queridos.
Durante un año, su objetivo fue cumplir su palabra, y en 2014 llegó a presentar una solicitud de patente en EE.UU. para crear una red social enfocada al recuerdo de personas fallecidas. Los primeros potenciales inversores con los que contacto Kraus lo vieron como "un mal episodio de Black Mirror" y nunca más se supo de la red social.
Pero con el tiempo ha variado algo sus objetivos: ahora se presenta ante todo como una plataforma de 'tecnología psíquica', capaz de generar complejos perfiles psicológicos de personas a partir de datos recopilados en sus teléfonos móviles... perfiles que pueden ser usados tanto por agencias de marketing, para personalizar su estrategia publicitario, como por agencias de inteligencia que buscan conocer mejor a un objetivo.
Una idea innovadora y toneladas de carisma por parte de su creador. Kraus es un amante de los deportes extremos (no sólo escalada, también kitesurf, ultramaratón, motrocross, etc) al que le gusta recurrir al lenguaje motivacional tanto durante el ocio como en los negocios. "Si eres pesimista, no completarás el ascenso", afirma.
Según el propio Kraus, durante los dos últimos años Infobond ha empleado a un equipo de casi 20 psicólogos (un tercio de ellos con doctorado) para que trabajen en la tarea de correlacionar rasgos de la personalidad con aspectos vinculados al uso del móvil. Por ejemplo:
¿Puede indicar el porcentaje de selfies entre el número total de fotos si el usuario es o no narcisista?
¿Qué indica que el usuario sea cuidadoso poniendo los nombres completos de cada nuevo contacto, en lugar de sólo el nombre de pila o las iniciales?
"Hacemos un seguimiento de cientos de indicadores del smartphone, ejecutamos varios modelos psicológicos y eso nos permite extraer un perfil muy, muy, muy exacto".
Según el blog de la compañía, esto puede ayudar a las compañías a tomar decisiones sobre, por ejemplo, su personal, pues les Infibond les proporcionará información sobre qué empleados son más imprudentes o están más predispuestos al espionaje industrial.
A eso se le une el uso de machine learning para automatizar esta extracción de conclusiones, una tarea en manos de un equipo de ingenieros informáticos liderado por Sarit Kraus (sin relación familiar con Yoram), una reputada profesional que también es la responsable de la investigación con IA en la Univ. Bar-Ilan de Israel.
Todo eso se ha conjugado para crear un exitoso proyecto empresarial, un 'unicornio' (una startup que supera la valoración de 1000 millones de dólares), que cuenta con el respaldo de Goldman Sachs o del destacado empresario hongkonés Richard Li, que ha estado en conversaciones con Walmart...
Infibond se muestra al mundo como una prometedora empresa capaz de cambiar para siempre nuestra relación con el software. Pero esa no es la única perspectiva desde la que podemos juzgar a la compañía.
El medio online Sifted publica hoy un reportaje al sobre Kraus e Infibond en el que no sólo se hace eco de la existencia de toda una serie de demandas interpuestas por los primeros inversores de la compañía, sino que afirma que la compañía, sencillamente, carece de ningún producto disponible para cuando toque en su puerta su primer cliente. Sí, también carece por ahora de clientes.
"No hay producto, es todo marketing", afirman algunos ex-empleados. Más aún, según Zvi Rish, abogado que representa a uno de los demandantes contra Infibond, la compañía perdió en 2017 un inversor porque éste jamás pudo tener acceso al producto prometido, sólo a presentaciones del mismo.
Pese a que iba a estar disponible "en dos o tres meses", sigue sin existir a día de hoy. Un enlace de la web corporativa a una supuesta app de Android de la compañía sólo conduce a una página de error que deja claro que la aplicación desapareció hace meses de la Google Play Store.
Así que la pregunta ineludible es... ¿cómo ha llegado una compañía así a estar valorada en 1.250 millones de dólares?
El pasado mes de mayo, el generalista israelí Haaretz mencionaba que "desde que fue fundada, la compañía ha mantenido un perfil bajo y la información al respecto es escasa y a menudo contradictoria". Según Crunchbase, Infibond ha recauda 40 millones de dólares desde 2013, una cifra que el sitio israelí IVC Research reduce a 19 millones... y que un vídeo promocional de Infibond sitúa en 350 millones.
Según Sifted, hay mucha gente en el sector tecnológico israelí que ve a Kraus, más que como un genio del emprendimiento, como un encantador de serpientes que ha logrado capitalizar la 'fiebre del oro' entre los inversores.
Pero tampoco creen que la culpa de la desmesurada valoración sea sólo suya: en parte es también un síntoma del problema que la simple venta de humo está generando en el ámbito de las startups tecnológicas, especialmente las que enarbolan la bandera de la inteligencia artificial. Y es que la naturaleza, a veces opaca, de esta tecnología y de sus posibles aplicaciones se presta por desgracia a esta clase de estrategias.
Haaretz también citaba a un antiguo empleado, de los que entraron en la compañía cuando ésta daba sus primeros pasos:
."Muchos días trabajé durante 12 horas seguidas. Eso es normal cuando trabajas en una startup , pero en Infibond no estaba claro por qué tenían tanta prisa. No teníamos clientes, una visión clara o posibles inversores. Lo que sé es que cuando me fui en 2016 no había ningún avance real en lo que se refiere a la inteligencia artificial, no había ni una sola línea de código".